LA FORMACIÓN COMO INVERSIÓN
En nuestro país las empresas siguen sin apostar por la formación continua. De hecho, exceptuando las multinacionales y las grandes empresas nacionales de España, la mayoría no dan formación continua a su personal. De hecho muchas siguen viéndolo como un gasto y no como lo que es, una inversión.
Aunque después de mucho tiempo parece que las empresas han entendido que invertir en formación continua es una necesidad, lo cierto es que de la teórica a la práctica hay un trecho, y la voluntad sigue sin ser un hecho.
Según un estudio de la American Society of Training and Development la diferencia de una empresa que invierte más de 1.000 dólares al año por empleado en formación continua, comparada con otra que invierte menos de 150, es sorprendente. La primera obtuvo un 24% más de margen comercial y un 218% más de beneficios que la segunda.
La mayoría de los expertos dicen que para superar una crisis, hay que innovar. Pero para poder hacerlo es necesario aumentar los conocimientos y para ello necesitamos aprender, formarnos. Se trata de una rueda en la que innovar no es más que es el resultado de un conocimiento rico que se adquiere mediante la formación continua.
Así, teniendo en cuenta que el objetivo de las empresas es generar beneficios y que las exigencias del mercado son cada vez mayores, es responsabilidad de la compañía hacer que sus empleados tengan la capacidad de “estar al día” para mantener su posición y, al cabo, que pueda sobrevivir.
En realidad si os paráis a pensarlo no invertir en formación continua produce otro tipo de costes económicos que a la larga pueden perjudicar vuestro negocio. Por ejemplo, no invertir en formación continua puede provocar una disminución de la calidad y también de la productividad, realizar una mala atención al cliente o incluso estropear las instalaciones por el hecho de no saber cómo realizar un buen uso.
¿Sus ventajas? Muchas. Sobre todo afectan al proceso de trabajo, mejorando la productividad y la calidad del trabajo; sobre el personal, incrementando la motivación y la integración del trabajo; y sobre la actividad directiva, facilitando la introducción de las nuevas tecnologías y mejorando la comunicación tanto vertical como horizontal.
Por eso es necesario cuidar el mayor capital del negocio, o lo que es lo mismo cuidar a sus empleados. Lo mejor que se puede hacer es alimentar su motivación y sus conocimientos a través de la formación continua. Sus conocimientos pueden ser la clave para diferenciar a una empresa de su competencia.